miércoles, 14 de octubre de 2009

UNA CORTE MONOCULTURAL

Letra con Filo

UNA CORTE MONOCULTURAL

Miguel Ángel Sandoval


El debate realizado para la constitución de la nueva Corte Suprema de Justicia nos deja varias lecciones y todo un proceso que demanda ser analizado con detenimiento, durante el periodo que va de ahora, a las nuevas elecciones de magistrados en los próximos cinco años. Y sobre todo, es necesario dejar de ver conspiraciones en donde lo que hay es errores y torpeza política.


Lo cierto del caso es que durante varios meses el tema de las cortes se discutió como nunca se había hecho en Guatemala. Aunque sin llegar al fondo de la vulgaridad corporativa que en estos días pudimos observar. La constitución de la CSJ, formaba parte de una especie de consenso, que decía que la misma era materia muy complicada y se dejaba para eruditos, expertos en derecho y abogados notables, pero, pero, resulta que en los días pasados vimos que había mucha tela que cortar. Que no había notables o apenas unos cuantos, y lo mismo para eruditos y expertos en derecho. Muy poco de donde escoger, salvo que poco a poco nos demuestren lo contrario.


Pero lo que no necesita demostración es que se trata de una Corte Suprema de Justicia monocultural, excluyente y por ende racista. Ni uno solo de los o las abogados electos es indígena. No es gana de molestar, pero un candidato, que de seguro tenía mejores credenciales que los tachados o los electos, no tuvo más de una decena de votos. Incluso las bancadas con algunos indígenas votaron en contra de un representante de una etnia indígena, siguiendo la lógica excluyente, para decir lo menos, de las directivas de los partidos.


Para ponerlo en blanco y negro, 150 diputados o no votaron o no asistieron a la votación, pero el candidato indígena apenas saco unos 7 u 8 votos. Ello a pesar que en un momento se convoco a un mecanismo de diputados indígenas ínter-bancada que sumó unos 20 parlamentarios indígenas, hasta que les dijeron de sus partidos que mejor no. En el caso actual podemos decir que la votación realizada y con los resultados alcanzados, por lo menos tiene tintes racistas.


Y ello llama profundamente a la reflexión. En pocas ocasiones se puede tener la posibilidad de acceso a los espacios de poder, y en este caso, había la posibilidad de elegir entre todos los candidatos y las candidatas, a indígenas que hicieran de los derechos indígenas una agenda cotidiana. Pero ocurrió que los indígenas votaron por gente que ni siquiera conocían, en aras de una lealtad partidaria que con los días desaparece, mientras que las afinidades étnicas permanecen a pesar de todos los cambios. Claro que esto no implica afinidades políticas o ideológicas, pero al menos podría ser la base para encontrarlas. En el caso presente, no hubo posibilidades.


Me toco escuchar al Doctor Castresana decir en una reunión con varios columnistas, que por razones de inclusión, y del concepto que se denomina discriminación positiva, por lo menos un indígena debía estar incluido, igual que con las mujeres. Pero el resultado es de otra naturaleza. La justicia guatemalteca seguirá sin conocer los fundamentos del derecho indígena y ello sin duda es una falla de gravedad en un país multicultural como el nuestro, multiétnico como somos y alejado de los propósitos de los Acuerdos de Paz, y de las muchas declaraciones sobre los pueblos indígenas que se han firmado en los últimos años. En materia de multiculturalidad, estamos en pañales.


Por ello es que nos ven como un país racista en el mundo entero, y por ello los discursos de que somos un país multiétnico, multilingüe y multicultural, suenan tan vacíos cuando se dicen. En términos de justicia somos un país excluyente y racista. No se diga más.

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