¿DESENLACE EN HONDURAS?
Miguel Ángel Sandoval
Como previsto, una vez consumadas las elecciones en Honduras, y electo el nuevo presidente de ese país, se iba generar una ola de alivio por todas las capitales del continente y por todos los grupos empresariales y políticos, de la prensa y derecha de siempre. Y por supuesto, el golpe de estado contra Mel Zelaya se tenía que enterrar, se tenía que ocultar, olvidar con tantos atropellos, para así dar inicio a una nueva fase de las democracias en el continente.
El proceso, con sus dificultades esta llegando a termino. Hay presidente, existe la idea de darle el apoyo porque todas las transiciones han ido de la guerra o los golpes de estado a la democracia y finalmente el de Honduras no fue tan cruento, etc. Por ello no se puede juzgar a priori a las nuevas autoridades hondureñas que han recorrido este proceso, por lo demás común a todo el continente con alguna excepción.
Aunque en todo este raciocinio, no hay mucho espacio para preguntarse que pasa con la resistencia hondureña y por supuesto cual es la situación de Mel Zelaya, y cual es el estado de los compromisos que el presidente depuesto estableció con sus homólogos del ALBA. Queda asimismo pendiente la pregunta dirigida a todo mundo por igual, en el sentido de cuales son las posibilidades de los gobiernos democráticos para impedir en lo sucesivo estas agresiones a la construcción de procesos independiente en cualquier país.
Ya el presidente dominicano se adelanta a los análisis sobre este tema. Al negociar un salvoconducto con Lobo y por supuesto con Zelaya, hace una contribución para resolver un asunto engorroso, pero por supuesto no el principal del escenario hondureño. Que a Mel Zelaya había que proporcionarle una salida, ni duda queda, pero la principal de todas le esta vedada y es la de mantenerse en Honduras y trabajar con la resistencia nacional o con cualquier proceso político, de acuerdo con su libre elección. Eso queda vedado con el acuerdo alcanzado. Queda la impresión que la diferencia es que ahora su salida de Honduras es negociada no a la fuerza como al momento del golpe de estado.
El tema de fondo son los planteamientos de la resistencia hondureña que en estos días parece que se ha olvidado. Queda la sensación que la resistencia desaparece con el cambio de un gobierno de facto a uno electo. Lo que no se dice es que el nuevo gobierno electo lo es por medio de unas elecciones cuestionadas, ilegitimas, aunque formalmente legales.
El planteamiento de la resistencia hondureña es desde hace meses el de llamar a una reforma constitucional ante el agotamiento del modelo político de honduras. Y parecería que esto tiene razón de sobra para implementarse. Es lo que no podemos permitir que sea ocultado. La elección de Lobo y la precaria “normalidad” alcanzada con las elecciones, no resuelve esta que es la demanda de fondo de los demócratas hondureños. La crisis hondureña, no termina con la salida de Zelaya, pues falta que salga la resistencia nacional y ello no parece viable. Dicho en otros términos, Zelaya puede ser parte de la resistencia pero no sustituye a la resistencia. Ese es el fondo del problema.