¿DESARROLLO RURAL?
Miguel Ángel Sandoval
Al momento de redactar esta nota, hay reuniones entre sectores campesinos y Gobierno. En un estira y afloja clásico, las organizaciones campesinas exigen el cumplimiento de sus demandas y denuncian el abandono del campo por las últimas administraciones. En este punto tienen razón. La institucionalidad agraria se ha desmantelado en los últimos años. El MAGA es una sombra de lo que fue y los nuevos programas no alcanzan para tapar esta realidad. Los hechos como siempre, son testarudos.
Adicionalmente, se demandan soluciones que van desde la exigencia de una reforma agraria integral, a programas ágiles de fertilizantes o recursos para arrendamiento de tierras. Ello junto a la urgencia de solución para conflictos añejos, deudas impagables, ocupaciones más o menos recientes, en suma, un abanico de problemas que demanda del concurso de la casi totalidad de instituciones que tienen que ver con el campo.
Como las comisiones de Gobierno no funcionan, las organizaciones campesinas ven en las medidas de hecho una manera de llamar la atención primero y luego de encontrar las soluciones necesarias. Estas medidas, pacificas y legitimadas por el mismo discurso democrático, se convierten por la miopía política de muchos funcionarios, y sobre todo por voceros de las cámaras empresariales, en desafíos al Gobierno, en ingobernabilidad en un freno al desarrollo económico del país, y en todas esas tonteras.
En verdad que la ingobernabilidad viene del hecho que los operadores políticos del Gobierno no alcanzan a entender la urgencia de las demandas campesinas, mientras que los voceros del empresariado, se mantienen fieles a la política del azadón. Y sobre todo, por la irritación que se acumula en el campo, porque se intuye que hay un Gobierno que podría actuar de manera diferente y no continuar con las viejas prácticas. Así, vimos al Presidente en una asamblea campesina, y ello es en sí mismo un pasito pero insuficiente.
Lo que queda claro es que hacen falta recursos frescos para el campo y que no se ve que exista de parte de los encargados del tema nada que anuncie que se puede modificar la ruta actual. Y para ponerle la tapa al pomo, los famosos bonos que tanta tinta ha hecho correr, tienen apenas una asignación de 75 millones para el campo, lo cual como se puede fácilmente entender, es una especie de saludo a la bandera. Y sólo para que se tenga una idea, hace unos pocos años una organización campesina planteó en un plan de emergencia, que hacía falta para iniciar la recuperación productiva del campo, alrededor de 900 millones. Como se ve la brecha es muy grande.
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